En un discurso lleno de demagogia, Noboa prometió "inyectar millones de dólares" en el bolsillo de los ecuatorianos, pero no explicó de dónde saldrán esos fondos ni cómo piensa financiar este supuesto rescate económico.

Entre sus medidas, figuran bonos de 600 dólares para agricultores afectados por la temporada invernal, condonación de deudas de hasta 10.000 dólares y créditos a mujeres en situación de vulnerabilidad.

Sin embargo, en los meses previos, su gobierno no mostró la misma preocupación por estos sectores y dejó que la crisis se agravara sin una respuesta concreta.

Otro de los puntos más cuestionables del plan es su apuesta por el modelo de seguridad privatizada con la "alianza estratégica" con Erik Prince, fundador de la infame empresa Blackwater, tristemente célebre por su papel en los conflictos de Irak y Afganistán.

En lugar de fortalecer las instituciones nacionales, Noboa busca tercerizar la seguridad del país a una empresa con un historial de abusos y controversias, mostrando una total falta de rumbo en su política de seguridad.

Mientras tanto, Ecuador sigue sumido en una crisis de inseguridad sin precedentes. Noboa, quien decretó el "conflicto armado interno" en enero, ha convertido al país en un estado de excepción permanente, sin lograr frenar la violencia ni desmantelar las estructuras criminales que siguen operando con impunidad.

En un intento desesperado por mostrarse como un líder firme, anuncia el equipamiento de militares y policías con fusiles y vehículos, la construcción de nuevas cárceles y la creación de más unidades de policía comunitaria, pero la realidad es que el crimen organizado sigue avanzando y la ciudadanía sigue desprotegida.

El anuncio de este plan económico llega apenas 12 días antes del inicio oficial de la campaña electoral de segunda vuelta, una maniobra evidente para tratar de captar el voto de las provincias más afectadas por la crisis y las lluvias, donde en su mayoría ganó su rival Luisa González en la primera vuelta.

Ahora, Noboa intenta compensar el abandono con medidas tardías, como subsidios en el consumo eléctrico y promesas de inversión en salud, cuando su gestión ha estado marcada por la inacción y la falta de respuestas reales a los problemas del país.

El oportunismo político de Noboa es descarado. En lugar de asumir responsabilidades y proponer soluciones serias, apuesta por el populismo y la improvisación. Ecuador necesita un gobierno que actúe con seriedad y planificación, no uno que solo reaccione cuando las elecciones están en juego.