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Situación preocupante

Según jóvenes capturados, el pago por generar violencia en las calles de Colombia es de 70.000 pesos

Según jóvenes capturados, el pago por generar violencia en las calles de Colombia es de 70.000 pesos.

“Vayamos pues con la consigna de Bolívar adelante a continuar dando las batallas y a continuar sembrando el camino de victorias como la del 13 de abril y todas las victorias por venir […] Ahora si yo los amaba antes del 11 de abril, ahora los amo infinitamente más y ese amor me acompañará hasta el último día de mi vida y me sentiré feliz de haber amado a mi pueblo y de sentirme amado por el pueblo más heroico de este Continente, el pueblo de Simón Bolívar”, en estas palabras del fallecido presiente de Venezuela Hugo Chávez, se sustenta la estrategia política de la invasión “silenciosa” de las milicias bolivarianas a Colombia por vía terrestre, área, marítima y rede sociales desde la llegada de Nicolás Maduro al poder.

Esta hoja de ruta -que se ha hecho visible ante los habitantes de América Latina y la comunidad internacional- desde el año 2014, ha tenido puntos altos desde los últimos 5 años, cuando la Guardia venezolana expulsó a los colombianos de sus casas. “Las marcó para derribarlas”. A este grupo de poblacional se les calificó de ilegales, para justificar la violación de los derechos humanos, un ataque sistemático. El objetivo, dar el primer paso para que las protestas callejeras, la crisis económica y el desabastecimiento, aparezcan de manera paulatina en la vida de los habitantes de la zona fronteriza (departamento de Norte de Santander).

Esta invasión planeada, sistemática es protagonizada por hombres y mujeres, que solo conocieron como líder de la Revolución a Hugo Chávez. En su mente, existe la idea que Estados Unidos es un enemigo imperial y Colombia, es una tierra que les pertenece. Que hace parte sueño del Libertador Simón Bolívar”, bajo idolatría que supera toda lógica, en materia de salud mental.

“Porque los oligarcas de hoy son los mismos de ayer con otros rostros y con otros nombres y los bolivarianos de hoy somos los mismos de ayer con otros rostros y con otros nombres, pero somos los mismos luchadores por la independencia, por la dignidad, por la libertad y por la igualdad para nuestro pueblo. No podrán con nosotros. En esta ocasión sí es verdad que se les acabó el pan de piquito. Si en aquella ocasión traicionaron a Bolívar y lo expulsaron de Venezuela, y luego le metieron una bala traicionera a Ezequiel Zamora y echaron por la borda los sueños zamoranos, los sueños de un pueblo, ahora sí es verdad, será por eso que dice el dicho: A la tercera va la vencida”.

Con esta consigna, los vándalos –la mayoría venezolanos, este 5 de mayo de 2021, en las horas de la tarde- trataron de ingresar al Congreso de la República, a punta de piedra, en momentos en que sesionaba de manera presencial y virtualmente la plenaria de la Cámara de Representantes- Su propósito, trasladar la violencia y la hostilidad dentro y fuera del cuerpo legislativo.

Este hecho, a los ojos de los colombianos, parece nuevo, del plan del régimen de Maduro para que alimentar un “choque sistemático” de desprestigio en las tres ramas del poder público en Colombia: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Los protagonistas de estas acciones, sin son capturados tienen el libro de pasar por “victimas” del mal uso de la fuerza del Ejercito o la policía, como se ha observado en redes sociales e informes de la prensa hablada y escrita del país, desde el pasado 28 de abril, cuando se registró el Paro Nacional.

Los manifestantes extranjeros, desde su llegada al país, han reclutado niños, niñas, jóvenes e incluso personas de tercera edad con la causa “bolivariana” en ciudades como Bogotá, Cali, Medellín, Manizales, Cartagena, Pasto, Nieva, Ipiales, y Cali entre otras, ofrecen a quienes siguen sus ideas en redes sociales y en la calle –bajo el argumento de la nueva democracia, el mejor regalo: “les traemos al padre Libertador.

El pago por esta acción violenta es de 70.000 pesos a los jóvenes – como lo anticipó NOVA- En este “contrato” por servicios prestados de vandalismo, muestran a Hugo Chávez, como el hombre que fue capaz de defender como pueblo su idea, su nombre, su doctrina y su esfuerzo. Estos meses que pasaron de nuevo trataron de asesinarlo porque ha renacido como ya lo profetizaba Neruda, despertará cada 100 años cuando despiertan los pueblos. Aquí despertó Bolívar, un 11 de abril trataron de asesinarlo una vez más, trataron de echarlo una vez más, trataron de condenarlo una vez más los que lo han condenado desde hace dos siglos.

En el caso de Colombia, el pueblo despertará el 28 de abril, -argumentaron- tres días antes de la celebración del día internacional del Trabajo, el primero de mayo. “Las cosas serán distintas. No será un paro de pocas horas. Sera de muchos días, semanas. Hasta tumbar al presidente Iván Duque y a su Gobierno”, indicaron 4 meses atrás.

Bajo ese escenario de adoctrinamiento, la “presa fácil de la invasión de las milicias bolivarianas a Colombia” son los niños y jóvenes de las regiones fronterizas, de la zona andina, pacífica, los llanos orientales y algunas zonas del Caribe, donde llegan con dinero –pagado y financiado por el régimen de Nicolás Maduro- con mujeres, que prestan su servicios entre 10 a 300 mil pesos –dependiendo del nivel social- de quién solicita sus servicios, al que se suma el regalo de papeletas de marihuana, bazuco y todo tipo de drogas alucinógenas.

Quienes entran en su juego, ya no se no son colombianos, argentinos, mexicanos o ecuatorianos. Son hermanos bolivarianos. Es decir, es alguien que respalda un proyecto político de cambio a sangre y fuego. Su bandera: hay que tumbar a la oligarquía. Hay que tumbar al Congreso. Hay que tumbar al presidente Iván Duque. En su objetivo, planean cada paso de orden local regional, nacional e internacional. Es toda una logística, que opera como una pirámide, Se comunican por señas –si están en la calle- o mensajes cifrados por e mail, redes sociales y whatsapp.

En esa cadena orquestada dentro y fuera del país, con el liderazgo de personas migrantes formadas en las aulas del régimen venezolano –desde la infancia- se infiltran en casas, empresas públicas y privadas. Ganan la confianza de quienes los contratan o les ofrecen su amistad. Luego comienzan a seguirlos, les roban y por último comienza un adoctrinamiento, que culmina con la participación de sus nuevos interlocutores en las marchas y protestas. De esa acción, a la protagonizar actos de violencia solo hay un paso.

“Para echar “leña al fuego”, está la estrategia de atacar el sistema púbico en Bogotá, Cali y Medellín- -lo que el Palacio de Miraflores en Caracas- llama el corazón de burguesía colombiana y el triángulo de oro económico-. Así se obliga a los ciudadanos de los estratos 1, 2, 4 y 4 a caminar para llegar a sus lugares de trabajo y sus residencias. “Es crear una ola de inconformismo social entre la población, que crezca como una ola”, indicaron a NOVA, quienes están viviendo esta realidad, en las zonas urbanas y rurales de los departamentos de Boyacá, Cundinamarca, Cauca y Tolima.

“El peligro de hoy ya no son las naves extranjeras bloqueando a Venezuela, el peligro común es la unión de los oligarcas, los golpistas y fascistas, que pretenden derrocar al gobierno bolivariano, que pretenden derogar esta constitución. Y saben, Colombia nos pertenece por historia. Vamos a apoderarnos del país. Del poder por el diálogo o por la fuerza”, son los argumentos de las milicias bolivarianas, cuando cae la noche en las ciudades colombianas, antes de emprender con piedras, bombas molotov y todo tipo de artefactos contra la infraestructura pública y priva da del país.

“En la tarde y noche del 28 de abril”, se demostró que el pueblo de Colombia no quiere más el Gobierno Duque. La revolución bolivariana no ha muerto, Esta viva. Y va por el poder. El verdadero paro, es el 28 de mayo. Un día que lo recordará la oligarquía colombiana”, añaden las milicias en su país de adoctrinamiento, a las nuevas generaciones de colombianos, que llegan como participantes invitados y se quedan, Les dan estímulos económicos. Comida, trago y fiestas privadas con mujeres de todas las edades.

Este comportamiento, fuera de la ley y con una alta dosis de desestabilización social, parte del hecho que los venezolanos que ganan en su país 1 dólar de salario mínimo, en Colombia, alcanzan los 200 a 2.000 dólares por el pago del régimen del Maduro, que les ha permitido comprar negocios, apoderarse de lugares de bares, discotecas y sitios web, donde ofrecen desde clases de “Revolución Bolivariana”, hasta drogas y todo tipo de placeres sexuales. Estos servicios no superan los 5 dólares. Es decir, es asequible para la clase popular –las nuevas generaciones- inconformes y sin trabajo. Todo un engranaje sicológico y de manipulación.

Es, a través de esta cadena, que las milicias bolivarianas de invasión silenciosa en Colombia, tienen el poder en las calles del país. originado violencia y enfrentamiento con la fuerza pública (poseen más de 10 mil armas). Para personas que han sentido el cambio de la sociedad colombiana desde la llegada en masa de los inmigrantes, el peor error del Gobierno del ex presidente Juan Manuel Santos y del presidente Iván Duque, fue abrir las fronteras de la manera que se hizo. “Propiciar que un río de gente, de todas las condiciones sociales de Venezuela se tomarán municipios, regiones y departamentos”, indicaron. Prueba de ello, son las ciudades de Bogotá, Cali, Popayán, Pasto, Chía y Cartagena.

En este caos y desorden económico, social y político que se convirtió el país en menos de una década, se suma la acción de las disidencias de las FARC, el ELN, los grupos de narcotraficantes (en conexión con el cartel de Sinaloa en México, Bolivia, Ecuador y Perú)

Bajo el pretexto de respetar la memoria de Bolívar, el régimen de Nicolás Maduro –sin gobernabilidad y liderazgo en su país- trata de mantenerse en el poder, a costa de desistitucionalizar a Colombia y provocar una guerra civil entre colombianos y venezolanos. Estos últimos, no tienen nada que perder. Llegaron con una mano atrás y otra adelante en “oleadas” de migración. Lo que logren en plata o bienes materiales robados en una manifestación. Ya es ganancia. Incluido, alimentos e incluso violaciones a mujeres, niños y ancianos (la cara oculta de las manifestaciones que sucede en zonas urbanas y rurales desde 2019 hasta hoy)

Lo que sucedió en Colombia, al cierre del mes de abril y comienzos del mes de mayo de 2021, es un hecho que afectó la democracia, la institucionalidad y coloca en peligro el Estado de Derecho, en un país, que debió asumir el impacto de la pandemia. Una emergencia sanitaria que llegó sin avisar. Que ha causado la muerte de más de 120 mil personas. Más de 4.200.000 personas contagiadas. Un colapso del sistema de salud por alta demanda de pacientes y el arribo de las milicias bolivarianas, que a toda costa quieren tumbar al presidente Iván Duque, para replicar la llamada “Revolución”, que dejo en la runa al vecino país. Así se desprende de todos los indicadores económicos y sociales

Las milicias bolivarianas, son una fuerza en hombres y mujeres camuflados, que responden las órdenes del régimen de Nicolás Maduro, quién anuncio a través de Diosdado Cabello, que la guerra contra Colombia no se llevaría en su país, sino en la tierra de “realismo mágico. “Que de mágico no tiene nada, porque es la finca de los oligarcas, De los enemigos de Venezuela. Los amigos del imperialismo norteamericano” sentenció.

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