La historia viviente
Recuerdos

La agitada vida de la primera Copa del Mundo

La oportunidad es propicia para traer a la memoria dos hechos lícitos que tuvieron a la Copa del Mundo como protagonista.

Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA

Este domingo va a comenzar el Campeonato Mundial de Fútbol en Qatar. La oportunidad es propicia para traer a la memoria dos hechos lícitos que tuvieron a la Copa del Mundo como protagonista.

El robo definitivo de la Copa

Si bien el primer campeonato se disputó en 1930, el trofeo que hoy conocemos como Copa del Mundo está en disputa desde 1974. Entre 1930 y 1970 la copa presentaba una estética diferente.

Era cinco centímetros más chica, tenía una base e mármol y la figura de una fuente octogonal sostenida por una diosa griega de la victoria con los brazos en alto.

La copa era propiedad de la entidad rectora del fútbol. El campeón de cada certamen se ganaba el privilegio de exhibirla en sus vitrinas durante cuatro años. Cumplido el plazo el trofeo debía ser devuelto a la FIFA, que le devolvía al ganador una réplica. Hasta 1966 los campeones fueron Uruguay, Italia y Brasil (dos veces cada uno), Alemania e Inglaterra (1954 y 1966, respectivamente).

La FIFA había dispuesto que el primer equipo que obtuviera la Copa Jules Rimet en tres ocasiones, se quedaría con ella para siempre. El primer tricampeón fue Brasil, que obtuvo su tercer estrella en México 1970. En efecto, se adueñó del galardón, hasta 1983. Ese año se descubrió que el trofeo había sido robado. Pese a que las autoridades del país investigaron, nunca se encontró.

El antecedente del perro Pickles

Inglaterra fue sede del Campeonato Mundial 1966. La copa llegó a Londres con varios meses de anticipación, para exhibirlo públicamente en el Central Hall Westminster.

Para la ocasión se dispuso de una custodia mínima, de apenas un guardia de seguridad por turno. El 20 de marzo de dicho año, en horas de la tarde, el custodio se alejó del trofeo para ir a tomar un café. Al regresar advirtió que la copa había sido sustraída.

El robo de la copa se convirtió en una cuestión de Estado. Nadie podía creer que justamente en la cuna del fútbol, haya sucedido semejante barbaridad. La policía londinense la buscó por cielo y tierra, pero no obtuvo resultados. El Scotland Yard se metió de lleno en la investigación, pero tampoco tuvo éxito.

El 27 de marzo de 1966, David Corbett -un simple ciudadano londinense- sacó a pasear a su perro. Gracias al olfato del animal, el trofeo fue encontrado. En su habitual paseo matinal el perrito se puso a jugar con un envoltorio que descubrió tirado en la calle. Al romperse el papel por la presión ejercida por la dentadura del animal, su dueño descubrió que alli estaba el trofeo y de inmediato avisó a la policía.

Los agentes del orden pusieron la lupa sobre Corbett, pero las sospechas fueron rápidamente descartadas. El amo de Pickles fue recompensado con 6000 libras esterlinas de la época. Por si algo faltaba, se sentó a la mesa de la selección británica en los festejos por la victoria en el mundial organizado en su casa.

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