Respecto a la seguridad, Correa no dudó en calificar a Ecuador como un “paraíso narco” para los cárteles internacionales, como los de México, Colombia y Brasil, que han hecho del país uno de los mayores exportadores de cocaína en la región.

El país se enfrenta a una creciente violencia, especialmente en sus cárceles, que se han convertido en focos de control para las organizaciones criminales. Con 35 centros de privación de libertad, estas organizaciones manejan la economía ilegal y tienen dominio absoluto de las instituciones encargadas de la seguridad.

La situación se agrava aún más con la implicación de las empresas de la familia Noboa en el tráfico de cocaína, que ha sido revelada en investigaciones exclusivas. La conexión entre los cárteles de Sinaloa y Jalisco, el Estado y los negocios de esta familia pone en evidencia la penetración del crimen organizado en el más alto nivel de poder, dejando claro que la crisis no solo es económica, sino profundamente institucional.

En el ámbito político, Correa criticó la actitud de Noboa frente a la Constitución, particularmente su negativa a permitir que la vicepresidenta asumiera su cargo en medio de la crisis, lo que agrava aún más la crisis democrática del país. A pesar de estos escándalos y problemas, las encuestas muestran una creciente ventaja para González, la candidata de izquierda, lo que deja en evidencia el malestar generalizado con el gobierno actual.

Correa expresó su confianza en que "esta vez sí se puede ganar", al considerar que los errores del gobierno de Noboa son demasiado evidentes para ser ignorados.

El análisis de Correa subraya la falta de liderazgo de Noboa y el creciente descontento social en Ecuador, donde la corrupción y la ineficacia gubernamental se han vuelto intolerables. Sin embargo, más allá de las críticas, está claro que el país se enfrenta a una grave crisis en múltiples frentes, que requiere una respuesta contundente y efectiva.